Archive for the ‘Cine surcoreano’ Category
LA CRIADA (1960) de Kim Ki-young
Actualmente es fácil estar al día de lo que se cuece en la, a menudo, excelente cinematografía surcoreana, presente de manera habitual tanto en festivales como en nuestras carteleras. Lo que ya no resulta tan sencillo es acceder a sus clásicos, mucho menos conocidos en occidente, desde luego, que los japoneses. Uno de los que gozan de mayor prestigio es La criada (Hanyo), objeto de dos nuevas versiones, en 1971 y 1982, por parte del propio Kim Ki-Young y de otra de 2010 dirigida por Im Sang-soo.
La malsana historia que nos cuenta La criada está ambientada casi exclusivamente en el apartamento en que viven un profesor de música, su embarazada esposa y sus dos hijos. El marido decide contratar a una criada para que ayude a su mujer en las tareas del hogar y acepta a una amiga de dos de sus alumnas, una de las cuales se suicidó tras declararle su amor al profesor. La recién llegada comenzará un juego de seducción y dominio que acabará trágicamente.
Más allá de las posibilidades que ofrece el guion, lo verdaderamente sobresaliente del film son la puesta en escena y el punto vista por el que opta su director. La cámara de Kim Ki-Young sigue y observa a los personajes como si fueran animales de laboratorio enjaulados, como ratas -precisamente- cuyos comportamientos, cuyas debilidades -el deseo, la envidia, la ambición- consiguen degradarlas por completo hasta acabar devorándose entre ellas. Como ejemplo mayúsculo del trabajo del cineasta en este sentido, valga la deslumbrante escena en que, durante una simbólica noche de tormenta, la criada seduce definitivamente al profesor. Difícil superarla.
Claustrofóbica y desasosegante, con momentos cercanos al terror y al suspense -con homenaje incluido a la secuencia del vaso de Sospecha (Suspicion, 1941), de Hitchcock-, La criada supone también un brillante estudio, formulado según las normas del cine de género, de la lucha de clases, emparentado con el que realizarían pocos años después Joseph Losey y su guionista Harold Pinter en El sirviente (The servant,1963). Lástima que al final nos ofrezca, a modo de epílogo, ese discurso de parvulario, postizo y repleto de moralina, que nos deja tan mal sabor de boca tras una espléndida película.
THE CHASER (2008) de Na Hong-jin
Ya hace unos cuantos años que el cine asiático le ha ido comiendo la tostada al norteamericano en cuanto al thriller y al género de terror se refiere, produciendo estupendas películas que son carne de cañón para la habitualmente temible maquinaria hollywoodiense, tan falta últimamente de buenas historias como atenta a todo lo bueno que se cuece por otros lares. Algunas joyas como The Chaser (Chugyeogja) o Memories of Murder (Salinui chueok, 2003) y Mother (Madeo, 2009), ambas de Bong Joon-ho, de momento se han librado del temible remake, pero paciencia, que todo llega.
La historia que nos trae The Chaser es el enfrentamiento entre un asesino en serie de prostitutas y el ex policía que ahora ejerce de proxeneta de las chicas, quien harto de que un tarado le esté dejando el lupanar como un solar decide ir en su busca. Por pura casualidad no tarda en encontrarlo y entregarlo a la policía, por lo que la mayor parte de la película nos muestra la búsqueda del lugar en el que están enterrados los cadáveres y donde una de las víctimas sigue con vida. Si no lo encuentran, se verán obligados a soltar al sospechoso por falta de pruebas.
A pesar de ser la primera película de Na Hong-jin, su supuesta inexperiencia no se deja notar por ningún sitio. Durante más de dos horas que se pasan en un suspiro nos maneja a su antojo, nos lleva de sorpresa en sorpresa dominando el ritmo interno de cada plano, gestionando la tensión y la violencia sin pasarse de rosca y demostrando, en escenas tan difíciles de filmar como las que muestran las persecuciones por los callejones de la ciudad, que es un cineasta a tener muy en cuenta en el futuro.
En cuanto a las inevitables influencias, las hay a montones y magníficamente asimiladas, y no precisamente de andar por casa: un guiño fácilmente reconocible a una de las mejores escenas de El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, 1991) de Jonathan Demme; la ambientación claustrofóbica, gris y lluviosa en muchos momentos, y el juego del ratón y el gato que se establece entre asesino y perseguidor de Seven (1995) de David Fincher, y la presencia durante buena parte del trayecto del legado de Hitchcock, cuya alargada sombra llega también, y en plena forma, al cine surcoreano. Lo que un buen día se dio en llamar suspense, y que poco a poco ha ido sirviendo tanto para un roto como para un descosido cinematográfico, recupera en The Chaser todo su sentido original. No hay más que ver la sorprendente y magistral escena del último crimen (con mucha mala leche por parte del director incluida), en la que el espectador sabe más que las futuras víctimas y está deseando poder avisarlas de lo que se les viene encima, para comprobar que Na Hong-jin se sabe de memoria las lecciones del maestro.
Editada en DVD por Versus.