Archive for the ‘Literatura peruana’ Category

DAN LAS CAMPANAS TU RECUERDO EN PUNTO de César Calvo

Este año se cumple el décimo aniversario de la muerte del poeta peruano César Calvo, uno de los grandes del pasado siglo que no son demasiado conocidos en nuestro país. Entre mis poemas preferidos, el impresionante Nocturno de Vermont, de su libro Ausencias y retardos (1963): «Me han contado que también allá las noches/tienen ojos azules/y lavan sus cabellos en ginebra./¿Es cierto que allá en Vermont, cuando sueñas,/el silencio es un viento de jazz sobre la hierba?(…)», y esa breve maravilla que es Dan las campanas tu recuerdo en punto, del libro Poemas bajo tierra (1961). Aquí os lo dejo.

    Dan las campanas tu recuerdo en punto.

    Afuera se pasean las dos de la mañana.

    Nada pudo diciembre contra el semestre tuyo.

    Nada el sol silencioso contra tu sombra hablada.

    Desde el fondo de todo

    lo que tengo,

    me faltas.

    Dan tu recuerdo en punto las campanas.

    Y afuera se pasean,

    de una

    en una,

    las dos de la mañana.

LA HORA AZUL de Alonso Cueto

Quienes han leído Operación masacre (1957), del escritor argentino Rodolfo Walsh, sostienen que fue el pistoletazo de salida de la novela de no-ficción o basada en hechos reales, años antes de que apareciera A sangre fría (1965) de Truman Capote, que sigue siendo la obra más representativa del género y que durante mucho tiempo ha sido considerada su pionera. Controversias aparte, lo cierto es que esta literatura ha dado muchos y buenos frutos en la novela hispanoamericana, y hasta García márquez en Noticia de un secuestro (1996) o Ricardo Piglia en Plata quemada (1997) se han dejado tentar por ella. La hora azul (2005) del peruano Alonso Cueto, no es de las más conocidas pero sí de las mejores.

        Ganadora del Premio Herralde, La hora azul cuenta la obsesión del abogado Adrián Ormache, hijo de un oficial del ejército durante la guerra de Sendero Luminoso, por encontrar a la mujer a quien su padre le perdonó la vida, la única que pudo escapar del cuartel donde se las torturaba, violaba y asesinaba. A partir de esta historia real y de los datos documentados sobre Sendero Luminoso, y utilizando recursos propios de la novela policiaca, Cueto escribe una novela sobre el lado humano de los verdugos y la posibilidad de que sean perdonados, sobre cómo el pasado que apenas conocemos se cuela en nuestro presente y nos obliga a intentar completar una parte de nuestras vidas.

«Me imaginé cómo se vería desde allí una noche poblada de estrellas. Las manos temblando, la mujer llamada Miriam poniéndose el uniforme de Guayo y saliendo a aquel camino, y apenas volteando hacia ese hueco de la pequeña torre en la que estaba el vigía. Ella había prendido el cigarrillo, estaba concentrada en toda la extensión de sus músculos, acertando a dar con la voz de Guayo, voy a dar una vuelta, sus hombros buscaban el espacio donde avanzar sin despertar sospechas, encontrando la franja de aire que la separaba y la aproximaba al vigía, voy a dar una vuelta le había dicho, luego había pasado debajo del vigía y había logrado entrar al aire de fuera. Quizá había visto el milagro de una mano en alto, una mano que aceptaba su salida, hasta llegar al gran espacio negro a la derecha. Quizá había llegado al lugar en el que yo estaba en ese instante, ella caminando junto a esas piedras, no podía ceder al impulso de correr, había seguido con la caminata bajo el humo del cigarrillo, expuesta al cielo, sin apurarse, sin voltear, en la urgencia contenida de hacerse invisible hasta que pudiera llegar a ese camino desde donde se veía el cuartel. Traté de imaginarla allá, sobre el camino de piedras, abrazándose al frío, entrando a la negrura, a la parálisis de la velocidad, ¿así?, ¿había sido así?»

                 Publicada por Anagrama.