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THE DEEP BLUE SEA (2011) de Terence Davies

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Aunque la breve y poco conocida filmografía de Terence Davies se ha ido labrando poco a poco cierto prestigio, buena parte de la crítica acostumbra a tachar sus películas de excesivamente frías y preciosistas, de preocuparse más por la estética de sus imágenes que por hacer partícipe al espectador de la pasión, el drama, los sentimientos que guardan sus historias. The Deep Blue Sea, su último estreno hasta la fecha y una de mis películas favoritas de los últimos años, no solo no ha sido una excepción sino que, probablemente, es el film de Davies que ha encontrado una mayor división de opiniones, desde los que piensan que es una obra maestra hasta los que ven en ella el mayor compendio de los defectos de su cine.

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Basada en la obra teatral de 1952 escrita por Terence Rattigan, que ya fue llevada al cine en 1955 por Anatole Litvak con Vivien Leigh como protagonista, la película -cuyo título, si no me equivoco, proviene del dicho Between the Devil and the Deep Blue Sea, algo así como «entre la espada y la pared»- cuenta la historia de Hester (memorable Rachel Weisz), una joven que renuncia a su posición acomodada junto a su marido, a todo lo que tiene, por el amor que siente hacia otro hombre, desafiando a la sociedad puritana de la época. Estamos, pues, ante un triángulo amoroso que, como veremos más adelante, puede traernos a la memoria otras obras maestras.

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Apoyándose en una fotografía, una música y una ambientación extraordinarias, como suele ser habitual en su cine, la puesta en escena de Davies renuncia a la representación melodramática, a la exposición desnuda y desaforada de los sentimientos, y opta por la austeridad de los diálogos y los silencios, por observar a sus personajes a menudo en la distancia, a través de los cristales o en sus reflejos, como si los espiara -en algunos momentos, me recuerda al cine de Max Ophüls-, por la mirada de una heroína que interioriza todo lo que siente y que es el centro absoluto de la película, como lo era también Lily Bart (Gillian Anderson) en La casa de la alegría (The House of Mirth, 2000), la anterior y minusvalorada película de Davies. Esa aparente frialdad, esa pasión retenida, me parece que se presta perfectamente para contarnos lo que en realidad es el film: no la historia de una relación amorosa, sino la del amor de una mujer y lo que por él es capaz de hacer; la historia de su elección, su renuncia y su soledad.

Para encarnarla, nadie mejor que Rachel Weisz, una de las más grandes actrices de la última década. Consciente de lo que es capaz de darle, Davies le entrega en bandeja la película y entre ambos hacen de Hester uno de esos personajes femeninos que se guardan en la memoria. Cómo no hacerlo, por ejemplo, en la maravillosa escena del andén, homenaje a una muy similar protagonizada por Ann Todd y filmada por David Lean en aquella joya -otro triángulo amoroso- titulada Amigos apasionados (The Passionate Friends, 1949).

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Y continuando con los triángulos amorosos, la película a la que más me recuerda The Deep Blue Sea, salvando todas las distancias que se quiera, no es otra que la obra maestra de Dreyer Gertrud (1964). A saber si Rattigan leyó la obra teatral, de 1906, escrita por Hjalmar Söderberg en la que se basó el cineasta danés, pero ¿no era aquella también la historia de una mujer que abandonaba a su marido por un amor finalmente no correspondido? ¿No era la historia de una mujer que renunciaba a todo cuanto tenía, a toda su vida, por seguir el camino en el que creía y que acababa recluida en su propia soledad? ¿Nos parece fría la película de Dreyer, una de las obras capitales del cine, porque sus personajes apenas dan rienda suelta a sus sentimientos y dicen, más que interpretan, sus líneas de diálogo sin casi mirarse?

Particularmente, la Hester que interpreta Rachel Weisz me ha devuelto, siquiera en parte, a la Gertrud que encarnó Nina Pens Rode, a uno de los más grandes personajes femeninos que he visto en una pantalla, como si el director británico hubiera querido regalarse -y regalarnos- su propia Gertrud particular. El film de Dreyer es hoy en día intocable; veremos qué le depara el futuro al de Davies.

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Editada en DVD por Avalon.