UN RECUERDO NAVIDEÑO de Truman Capote

La amistad entre el niño Buddy y una anciana sin nombre, sus travesuras junto a la perra Queenie y el temor a la presencia de los adultos, las tartas que cocinan para regalar a sus conocidos, el regalo de una cometa cada Navidad porque no hay dinero para más, el paso del tiempo, la nostalgia…Las palabras más sencillas son capaces de recrear las sensaciones y los sentimientos de la infancia y el recuerdo de las Navidades más felices. Un auténtico regalo navideño de la mano de uno de los más grandes narradores.

        «Y ella sigue allí, rondando por la cocina. Con Queenie como única compañía. Luego sola. («Querido Buddy -me escribe con su letra salvaje, difícil de leer-, el caballo de Jim Macy le dio ayer una horrible coz a Queenie. Demos gracias de que ella no llegó a enterarse del dolor. La envolví en una sábana de hilo, y la llevé en el carricoche al prado de Simpson, para que esté rodeada de sus Huesos…») Durante algunos noviembres sigue preparando sus tartas de frutas sin nadie que la ayude; no tantas como antes, pero unas cuantas: y, por supuesto, siempre me envía «la mejor de todas». Además, me pone en cada carta una moneda de diez centavos acolchada con papel higiénico: «Vete a ver una película y cuéntame la historia.» Poco a poco, sin embargo, en sus cartas tiende a confundirme  con su otro amigo, el Buddy que murió en los años ochenta del siglo pasado; poco a poco, los días trece van dejando de ser los únicos días en que no se levanta de la cama: llega una mañana de noviembre, una mañana sin hojas ni pájaros que anuncia el invierno, y esa mañana ya no tiene fuerzas para darse ánimos exclamando:

        -¡Vaya por Dios, ha llegado la temporada de las tartas de frutas!

       Y cuando eso ocurre, yo lo sé. El mensaje que lo cuenta no hace más que confirmar una noticia que cierta vena secreta ya había recibido, amputándome una insustituible parte de mí mismo, dejándola suelta como una cometa cuyo cordel se ha roto. Por eso, cuando cruzo el césped del colegio en esta mañana de diciembre, no dejo de escrutar el cielo. Como si esperase ver, a manera de un par de corazones, dos cometas perdidas que suben corriendo hacia el cielo.»

              Traducción de Enrique Murillo.

              Publicado por Ed. Anagrama.

            ¡FELICES CUENTOS Y FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!

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