LA RAGAZZA DI BUBE (1963) de Luigi Comencini

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La_ragazza_di_BubeNo siempre es imprescindible que las películas que forman parte de nuestra memoria cinéfila sean absolutas maravillas. A veces basta un solo plano, un diálogo, un tema musical o una interpretación para que a algunas les hagamos un pequeño sitio en nuestros recuerdos. En mi caso, una de ellas es La ragazza di Bube, adaptación de la novela de Carlo Cassola dirigida por Luigi Comencini, la historia de una muchacha llamada Mara a la que presta alma, corazón y vida Claudia Cardinale: un personaje, una actriz y un rostro que, como pocas veces, son toda una película, empezando por su título. Y no quiero decir con esto que Comencini -un buen director con alguna estupenda cinta en su filmografía como Todos a casa (Tutti a casa, 1960)- no pinte nada; pero sí creo que a la historia y al resto de personajes les falta fuerza y acaban diluyéndose ante la presencia de Mara/Claudia.

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La alegre Mara, la muchacha de pelo corto traviesa y rebelde que se enamora de un forastero al que llaman Bube (un George Chakiris que dos años antes daba el pego bailando al ritmo de Shakespeare, pero al que aquí se le ven las costuras); la que lo mira mientras duerme aguardando pacientemente a que despierte; la que lo acompaña en su huida tras ser acusado de asesinar a un policía fascista…

La triste Mara, la que espera durante años que Bube salga de la cárcel; la que pasea de noche, bajo la luz de las farolas, junto a Stefano (Marc Michel), un escritor enamorado de ella al que acabará rechazando; la que, mientras viaja en tren para visitar a Bube, recuerda su historia al inicio del film…

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A ambas, y a cómo las ilumina la espléndida fotografía de Gianni Di Venanzo, pertenecen todos y cada uno de los grandes momentos de la película, hasta el punto de que si hay en ella una historia de amor que realmente nos conmueve es la que vive la cámara con Claudia Cardinale.

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Editada en DVD por Mon Inter Comerz.

 

 

 

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