DONDE HABITE EL OLVIDO de Luis Cernuda
La figura de Luis Cernuda siempre ha sido la que más me ha atraído de la Generación del 27, no sólo por su obra sino también por su biografía y sus ideas, mucho menos conocidas que las de Lorca o Alberti. Por descontado, su poesía, reunida bajo el título La realidad y el deseo (Alianza Editorial), me parece una de las cimas de la literatura en español.
Dos de sus mejores libros, Los placeres prohibidos (1931) y Donde habite el olvido (1932-1933), se inspiraron al parecer en el amor no correspondido por un actor llamado Serafín Ferro. Aquí os dejo el poema que da título al segundo.
DONDE habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen
suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
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